a) Abuso verbal: Rebajar, insultar, ridiculizar, humillar, utilizar juegos mentales e ironías para confundir, etc.
b) Intimidación: Asustar con miradas, gestos o gritos. Arrojar objetos o destrozar la propiedad.
c) Amenazas: De herir, matar, suicidarse, llevarse a los niños.
d) Abuso económico: Control abusivo de finanzas, recompensas o castigos monetarios, impedirle trabajar aunque sea necesario para el sostén de la familia, etc.
e) Abuso sexual: Imposición del uso de anticonceptivos, presiones para abortar, menosprecio sexual, imposición de relaciones sexuales contra la propia voluntad o contrarias a la naturaleza.
f) Aislamiento: Control abusivo de la vida del otro, mediante vigilancia de sus actos y movimientos, escucha de sus conversaciones, impedimento de cultivar amistades, etc.
g) Desprecio: Tratar al otro como inferior, tomar las decisiones importantes sin consultar al otro.
Síntomas para reconocerse víctima de violencia doméstica:
a) ¿Has llorado hasta dormirte por haber sido golpeada o insultada por tu esposo?
b) ¿Has ocultado heridas o hematomas quedándote en casa, o poniéndote lentes oscuros?
c) ¿Te has dicho a ti misma: "Esta situación va a mejorar, debo tener paciencia"? No te engañes. Con esa actitud sumisa alientas al abusador a que continúe igual o peor.
Violencia doméstica y divorcio:
Existe una violencia frecuente en las familias de divorciados: Utilizar a los hijos como campo de batalla para dirimir sus odios, resentimientos o incapacidad de dialogar como adultos. Se abusa de los hijos cuando uno de los padres les habla mal del otro o cuando les obligan a llevar mensajes de frustración y culpabilidad entre sus padres. Con eso todos se hacen daño, pero el más afectado suele ser el mensajero.
Nota: Este último párrafo se inspira en el libro "Apuntes de vida y fe" del Dr. Jesús Arina, Miami, Florida.
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