viernes, 4 de abril de 2008
¿Enaltecer o banalizar la sexualidad?
Entre Familia Soy Feliz
Dra. Gloria María Tomás y Garrido
Vicepresidente de la Sociedad Valenciana de Bioética en las
VI Jornadas nacionales y II internacionales de Bioética
Me he decido a poner por escrito algunas consideraciones que colaboren a la protección de nuestros vulnerables sentidos de tanta vulgaridad torpe e impactante que nos están ofreciendo casi a domicilio.
No es una novedad el sexo; hemos aprendido a verlo y a vivirlo –desde que nacemos somos niños o niñas- antes de conocerlo; tampoco es novedad los abusos del sexo; ya los ancestros mesopotamios divinizaban la prostitución.
En esto, parece ser que entendían las cosas mejor que nosotros –es más lógico enaltecer la sexualidad que banalizarla; intuían que, además del aspecto lúdico, había en ella algo de sagrado.
Pero ahora, al menos en demasiadas ocasiones, queremos captar la sexualidad desde lo instintivo, como si la biografía personal se definiera por sus hormonas; al asimilar los comportamientos humanos por las funciones biológicas, se concluirá que basta conocer los mecanismos para remediar las carencias y para asegurar los rendimientos.
"Juventud y sexo seguro"; por esta vía de autorreducción y engaño, todo se arreglaría si se lograra un mayor perfeccionamiento del preservativo...
La experiencia global de toda persona honesta sabe que a amar, se aprende amando, que el sentimiento sexuado tiene mucho que ver con la elocuencia de lo corporal que expresa compromiso y, por lo tanto, ternura, intimidad, concordia de caracteres...; allí donde existe esta armonía de los espíritus, rebosa sobre los cuerpos.
Bien es cierto que, por ser la persona perfectible y defectible, necesita ayuda.
Hay una educación sexual; no basada en la torpeza ni en la ligereza, en la que la naturaleza no sufre la queja de sentido.
No al mercado del cuerpo, no a una especie de ilusión materialista, eclipsadora de valores, engullidora de realidades nobles, transformadora de la grandeza de la persona en enanismo espiritual, no a la aniquilación del presente y al destrozamiento del futuro...
Mi propuesta es la no reducción del lenguaje del significado humano de la sexualidad y del amor conyugal a la mera biología controlable...; la sexualidad está para expresar un mundo interior muy rico: las pasiones, los amores, los afectos..., de tal forma que, en su radical fundamento es exigible lo exclusivo y lo excluyente; el para siempre de todos los enamorados.
Quizás ya seamos conscientes de que hay tal relación entre el amor que alguien puede dar, y su manifestación plena en el hijo que, simultáneamente, coinciden el más profundo acto unitivo corporal del amor con el hecho de concebir: intimidad y donación; donación y fruto.
La vida es mucho más que todo lo que la fría técnica posibilita; no es cuestión de avanzar sin más; hay que avanzar sobre uno mismo; eso es lo que nos pide nuestra dignidad; dignidad en la que hemos sido constituidos, y en la que anhelamos terminar... "ser lo que soy".
Los padres, primeros educadores, los maestros y los mismos jóvenes
hemos de afrontar este desafío...
¡Enaltecer la sexualidad!
Dra. Gloria María Tomás y Garrido
Vicepresidente de la Sociedad Valenciana de Bioética en las
VI Jornadas nacionales y II internacionales de Bioética
Me he decido a poner por escrito algunas consideraciones que colaboren a la protección de nuestros vulnerables sentidos de tanta vulgaridad torpe e impactante que nos están ofreciendo casi a domicilio.
No es una novedad el sexo; hemos aprendido a verlo y a vivirlo –desde que nacemos somos niños o niñas- antes de conocerlo; tampoco es novedad los abusos del sexo; ya los ancestros mesopotamios divinizaban la prostitución.
En esto, parece ser que entendían las cosas mejor que nosotros –es más lógico enaltecer la sexualidad que banalizarla; intuían que, además del aspecto lúdico, había en ella algo de sagrado.
Pero ahora, al menos en demasiadas ocasiones, queremos captar la sexualidad desde lo instintivo, como si la biografía personal se definiera por sus hormonas; al asimilar los comportamientos humanos por las funciones biológicas, se concluirá que basta conocer los mecanismos para remediar las carencias y para asegurar los rendimientos.
"Juventud y sexo seguro"; por esta vía de autorreducción y engaño, todo se arreglaría si se lograra un mayor perfeccionamiento del preservativo...
La experiencia global de toda persona honesta sabe que a amar, se aprende amando, que el sentimiento sexuado tiene mucho que ver con la elocuencia de lo corporal que expresa compromiso y, por lo tanto, ternura, intimidad, concordia de caracteres...; allí donde existe esta armonía de los espíritus, rebosa sobre los cuerpos.
Bien es cierto que, por ser la persona perfectible y defectible, necesita ayuda.
Hay una educación sexual; no basada en la torpeza ni en la ligereza, en la que la naturaleza no sufre la queja de sentido.
No al mercado del cuerpo, no a una especie de ilusión materialista, eclipsadora de valores, engullidora de realidades nobles, transformadora de la grandeza de la persona en enanismo espiritual, no a la aniquilación del presente y al destrozamiento del futuro...
Mi propuesta es la no reducción del lenguaje del significado humano de la sexualidad y del amor conyugal a la mera biología controlable...; la sexualidad está para expresar un mundo interior muy rico: las pasiones, los amores, los afectos..., de tal forma que, en su radical fundamento es exigible lo exclusivo y lo excluyente; el para siempre de todos los enamorados.
Quizás ya seamos conscientes de que hay tal relación entre el amor que alguien puede dar, y su manifestación plena en el hijo que, simultáneamente, coinciden el más profundo acto unitivo corporal del amor con el hecho de concebir: intimidad y donación; donación y fruto.
La vida es mucho más que todo lo que la fría técnica posibilita; no es cuestión de avanzar sin más; hay que avanzar sobre uno mismo; eso es lo que nos pide nuestra dignidad; dignidad en la que hemos sido constituidos, y en la que anhelamos terminar... "ser lo que soy".
Los padres, primeros educadores, los maestros y los mismos jóvenes
hemos de afrontar este desafío...
¡Enaltecer la sexualidad!
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